El miedo es considerado como un sentimiento producido por un peligro presente e inminente. Se trata de una señal emocional de advertencia de que se aproxima un daño físico o psicológico. El miedo también implica una inseguridad respecto de la propia capacidad para soportar o manejar una situación de amenaza.
Cuando la fobia se desarrolla en relación a un objeto o situación determinada se llama fobia específica. Estas se pueden clasificar en cuatro grandes grupos según el objeto fobígeno:
- A los animales.
- Al medio ambiente, alturas (vértigo), agua, tormentas.
- A la sangre, inyecciones y heridas.
- Situacionales como por ejemplo lugares cerrados, conducir vehículos, viajar en avión, atravesar túneles, ascensores, escaleras mecánicas, etc.
En el caso de las fobias específicas es muy difícil determinar con porcentajes de frecuencia dado que aún hoy en día la gente soporta estos padecimientos pensando que no tienen solución o que no merecen ser tratados. Sin embargo la práctica clínica indica que es un trastorno que afecta a un alto porcentaje de la población.
A pesar de que el miedo es reconocido por el propio sujeto como irracional, su control escapa a la voluntad. La exposición al objeto provoca, casi invariablemente, ansiedad. Con el fin de evitar la ansiedad, aparece una conducta caracterizada por la evitación del estímulo o situación temida.
Cuando se produce la percepción del peligro se desencadenan un serie de efectos sobre la persona que padece la fobia; los más importantes se muestran en la siguiente tabla.
Causas originarias del miedo al agua:- El sujeto ha recibido una educación hidrofóbica, sin poseer un experiencia acuática. Esto se debe generalmente a que el adulto proyecta su propio miedo sobre el niño que lo integra en su sistema de funcionamiento. En este caso, el miedo es producto de la huella educativa, el sujeto desarrolla unos pensamientos irracionales y ansiógenos en relación al medio acuático.
- El sujeto ha memorizado una o varias situaciones acuáticas provocadas por un choque emocional estresante como puede ser el inicio de un ahogamiento o una inmersión provocada. En este caso el miedo resulta de un traumatismo vivido a través de prácticas pedagógicas inapropiadas. Esto puede derivar en que el contacto de un sujeto con el agua, o el simple pensamiento de este contacto provoque una reminiscencia emocional que perturba su homeostasis (mecanismo de autorregulación interno del organismo). La alteración del sujeto respecto a su entorno altera o aniquila los procesos por los cuales adquiere informaciones sobre este entorno y las elabora con el objetivo de ajustar su comportamiento.
Este tipo de terapia ha demostrado un alto indice de efectividad en el tratamiento de las fobias especiíficas.Expuesta por primera vez por el sudafricano Joseph Wolpe en la década de los 50, trata de desensibilizar al paciente del estímulo que produce la fobia. Para hacerlo se expone fisicamente al paciente al objeto fobico de forma controlado, gradual y progresiva; enseñando al paciente a perder el miedo. El paciente tendrá total control sobre dicha exposición.Generalmente se acompaña de técnicas de control de la angustia y/o ansiadad.
Se trata de una técnica parecida a la anterior, con la diferencia que no se utiliza la exposición directa o física a la fobia, sino que se hace forma imaginaria.
La terapia cognitiva es un proceso en el cual se trata de resolver el problema fóbico basandose en experiencias de aprendizaje o reeducación del pensamiento para que el paciente actue de una forma más realista eliminando las falsas creencias. El paciente, con la ayuda y colaboración del terapeuta, aprende a descubrir y modificar los pensamientos e ideas que lo hacen sufrir.
Estos son algunos de los recursos terapéuticos más conocidos y probados en el tratamiento de las fobias simples. Se ha de tener en cuenta no obstante, que estos trastornos pueden venir asociados a otros problemas, que requieren también un abordaje, en el contexto de un tratamiento integrado y convenientemente articulado. El tratamiento, en rigor, no lo es de la fobia, sino de la persona que lo padece, en relación, naturalmente, con la demanda que efectúa.Los tratamientos suelen desarrollarse individualmente, aunque en algunos en ocasiones, en función del caso y del momento, está indicado el tratamiento grupal, o la participación de algún acompañante. Los tratamientos suelen durar entre tres y seis meses.No existe hasta ahora un tratamiento comprobado a base de medicamentos, para fobias específicas, pero en ocasiones ciertas medicinas pueden recetarse para ayudar a reducir los síntomas de ansiedad antes de que la persona se enfrente a una situación de fobia.
NOTA IMPORTANTE
No obstante, usted no puede, ni debe auto-diagnosticarse. Sólo un profesional de la salud experto está en condiciones de hacerlo con rigor y fiabilidad.Cuando una persona está preocupada por su salud o normalidad suele identificarse con síntomas o enfermedades que no tiene, o confundirlos con otras posibles.Si tiene dudas acuda en primer lugar a su médico general o de familia, él le orientará al respecto.
fuentes: i-natacion
muy bueno el articulo
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